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Mi historia de miedo a las matemáticas

Foto del escritor: vidahomeschoolsaltvidahomeschoolsalt

Quiero contarte mi historia de ansiedad matemática. Cuando era niña, me encantaba la escuela. Siempre quise tener éxito en todas las materias, incluyendo matemáticas. Amaba cualquier objetito colorido que pudiera tener en mis manos. Recuerdo que muchos de estos juguetes estaban destinados a ayudarme a descubrir las matemáticas. Pero para mí las matemáticas no fueron divertidas por mucho tiempo.



Fue difícil para mí escribir, ya que nací con parálisis cerebral. Por ese motivo, tuve una maestra que me ayudó escribiendo todos mis cálculos matemáticos mientras yo le dictaba paso a paso lo que debía hacer. Esto fue estresante para ambas y no creo que me haya ayudado a aprender. Para empezar, observada su rostro para determinar lo que debía hacer basándome en su expresión facial. También, me dijeron en tercer grado que no tendría que aprenderme las tablas de multiplicar. Nadie me dijo “no puedes aprender las tablas de multiplicar,” pero ese fue el mensaje que me dejó la escuela. Para mí la ansiedad con las matemáticas creció lentamente.


Si tienes ansiedad con las matemáticas, no estás solo. Según un artículo publicado en 2019 en The Harvard Business Review, una cuarta parte de los estudiantes que asisten a universidades estadounidenses experimentan ansiedad con las matemáticas; y para el 11% de los estudiantes la ansiedad es lo suficientemente grave como para justificar el asesoramiento.


En la escuela secundaria, todavía me encantaba aprender. En mi Primer año de escuela secundaria, había elegido asistir una escuela especial para las ciencias. Allí estudié física, química y álgebra, pues necesité álgebra para tener éxito en física y química. Pero, no tuve la misma experiencia con las matemáticas. Me sentía cada vez más tensa ante la idea de practicar matemáticas. Una vez salí en medio de clase por frustración. Reprobé álgebra ese año.


Ese verano tomé un curso de álgebra por correspondencia. Esos eran los días antes del internet. Recuerdo trabajar con un tutor en casa, frustrarme y renunciar. Salí de la escuela de ciencias y terminé la secundaria en la escuela de mi vecindario. En mi segundo año de secundaria, sentada en clase de álgebra por tercera vez, recuerdo haber pensado “esta vez voy a terminar esta clase.” Y lo hice. Ataqué matemáticas como una pequeña devorando brócoli para llegar al postre. En ese momento, yo hubiera dicho, “No soy fan de las matemáticas.”


Mi propósito al terminar álgebra ese año era que lo necesitaba para graduarme. Lamentablemente esa es la única razón que muchos alumnos ven para aprender las matemáticas. Es importante que los niños vean como las matemáticas son utilizadas en la vida diaria, y que los estudiantes vean cómo aplicarán las matemáticas en sus carreras.

Cuando me gradué de la escuela secundaria, supe que quería enseñar y trabajar con niños. Empecé la universidad con el objetivo ser una maestra de escuela primaria para niños con necesidades especiales. Rápidamente, se hizo evidente que un salón de clases lleno de pequeños me resultaría difícil de controlar con mis problemas físicos. Fuí bendecida al encontrar un trabajo en MCC (McLennan Community College) enseñando matemáticas de desarrollo. La única clase universitaria de matemáticas que tuve fue álgebra. Pero, ahora yo tenía una motivación real para practicar matemáticas. Tuve que volver a aprender todas las matemáticas que había aprendido. Estaba usando matemáticas para hacer algo que amaba, enseñar y ayudar a los alumnos a alcanzar sus metas. ¡Y, me pagaban! Mientras trabajaba, en MCC, pude tomar clases gratis. Finalmente, tomé la mayoría de las clases de matemáticas ofrecidas. A medida que gané confianza en las matemáticas, tuve la satisfacción inmediata de ayudar a más estudiantes de una manera más efectiva.


Después de que empecé a enseñar matemáticas recordé mis días en la escuela primaria. Cuando mis maestros les dijeron a mis padres que yo no tendría que aprender las tablas de multiplicar, mis padres no estuvieron satisfechos de que siempre pudiera usar una calculadora. Mi padrastro, Steve creía que yo necesitaba aprender matemáticas, tanto como yo necesitaba poder leer o escribir, y creía que podía aprenderlo. En casa, después de la escuela, él comenzó a enseñarme las tablas de multiplicar y me ayudó con mi escritura a mano. Odiaba esto y a menudo me frustraba. Pero, Steve estaba decidido a que yo aprendiera estas cosas. También fue amable y gentil y me tuvo mucha paciencia. Finalmente, aprendí las tablas de multiplicar y mi escritura mejoró. Estoy muy agradecida de que mis padres tomaran tiempo para enseñarme en casa. Sin esa práctica y su perseverancia, no podría hacer el trabajo que me encanta hacer ahora.


A medida que me familiaricé con las matemáticas, comencé a ver las matemáticas como un lenguaje. Este punto de vista me ayudó a persistir. Porque la comunicación siempre fue importante para mí. Las matemáticas son modos de describir el mundo y comunicar las ideas a otros. Me motivaba saber que las matemáticas eran una nueva forma de comunicarse y ayudar a otros a comunicarse.


Después de trabajar en MCC durante más de diez años, terminé mi maestría en matemáticas en 2016.Mi asesor en la escuela de posgrado solía decirnos: “si trabajas más de treinta minutos en un problema y no llegas a ninguna parte, es el tiempo de pedir ayuda.Creo que es una buena regla para cualquier estudiante de matemáticas.


Se ha dicho que las matemáticas son un esfuerzo humano. Galileo dijo, “las Matemáticas son el alfabeto con el que Dios ha escrito el universo.” Tiene sentido que trabajemos juntos para comprender y comunicarnos con este lenguaje llamado matemáticas.

Holly Webb


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